domingo, 15 de noviembre de 2015

Mi tía Margot y mi tío Héctor


Mi tía Margot (Carmen Margarita) Coll Payares era la segunda hija, después de Lola. También había nacido en Calabozo y muy joven es traída con sus hermanos hasta Caracas, después de la muerte de sus padres Carlos Romeo y Concepción. En particular, la muerte de su mamá la afectó muchísimo y perdió el habla por más de un año. Su convalecencia la pasa en la ciudad de Los Teques en casa de su tío Elías Payares González, hermano de su mamá, quien la recibe con mucho cariño. Alli vive una temporada hasta que se recupera, y ya en su adolescencia destaca por su belleza natural y es electa reina de carnaval de esa ciudad. Regresa a Caracas a vivir con sus hermanos Lola y Agustin. Contribuye con los gastos del nuevo hogar haciendo escarpines y saquitos para bebés tejidos en lana, hasta que consigue un mejor empleo en la Joyería Gathman Hermanos como vendedora. Su bella figura y su facilidad para socializar y entablar amistades le facilita el trato con los clientes y al poco tiempo es muy apreciada por los propietarios del comercio.

Muy joven conoce a Héctor Arroyo Parejo y entre los dos surge el amor y contraen matrimonio. Mi tío Héctor era una persona muy cortés y educada que había viajado numerosas veces a Europa acompañando a su padre el Dr. Francisco Arroyo Parejo, famoso abogado internacionalista que dedicó su trabajo profesional y sus conocimientos a la defensa de país en sus conflictos limítrofes. Estos viajes le facilitaron a mi tío el dominio del idioma francés y un buen conocimiento del inglés. Estudió en el Colegio Alemán, que era para la época uno de los más prestigiosos de Caracas, pero no continuó estudios universitarios. Trabajó durante muchos años en el Ministerio de Educación, desarollando una afición por la lectura con preferencia por los autores venezolanos. A la muerte de su padre recibió parte de una cuantiosa herencia que le permitió viajar con mi tía y pasar largas temporadas en distintos países europeos y americanos.

Mi tía Margot fue una gran aficionada a los arreglos florales, obteniéndo muchos premios en las exposiciones del Garden Club de Caracas. También era una persona con una gran fe católica y tenía una especial devoción por la Virgen de la Medalla Milagrosa, siendo presidenta por muchos años de la Sociedad que preparaba las fiestas y celebraciones en honor a la Virgen. La fiesta que se celebraba todos los 27 de noviembre se hizo célebre por su solemnidad y adornos florales, atrayendo a numerosos fieles y por su importancia era oficiada por el Cardenal de Caracas.

Nunca pudo realizar su deseo de tener un hijo, aunque acudió a especialistas dentro y fuera del país con tal propósito. Su amor maternal -que ella calificaba como "A.D.", amor desmedido- lo desbordó en sus sobrinos y sobrinos-nietos, confirmándose la máxima que ella misma repetía con frecuencia: "a quien Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos". 

1 comentario:

nosotros dijo...

me acuerdo lo de amor desmedido